Nací, crecí y viví en un albergue para sobrevivientes de violencia. Viviendo en el albergue junto a mi madre, quien es sobreviviente de violencia de género, me di cuenta de lo pertinente que era involucrarme para que otros niños y niñas tuvieran una nueva oportunidad de vida, igual que la tuve yo.

SER es patrimonio de Puerto Rico, y existimos en virtud de unas necesidades que sus ciudadanos tienen de servicios de rehabilitación. Los donativos que nosotros recibimos son como una inversión, porque tú nunca sabes cuando vas a necesitar servicios como los que prestamos, y somos el único centro de rehabilitación pediátrica en la isla y el único que atiende a la población de escasos recursos.

No queremos que jóvenes con discapacidad intelectual y autismo permanezcan en su casa; queremos que se integren a la esfera laboral. Y al que no pueda trabajar, le enseñamos a ser independiente a través de los proyectos que tenemos.